El tratamiento de aguas residuales no solo es necesario para lograr sanear el agua, sino que también se debe abordar el problema de los malos olores que se generan a partir de estas, así como los sistemas para el tratamiento de olores que existen para solucionar este problema.
Con la meta de reducir la contaminación odorífera y garantizar, al mismo tiempo, la calidad del aire, las empresas están adoptando poco a poco tecnologías avanzadas que eliminen los compuestos químicos volátiles y otros contaminantes que son los responsables de estos malos olores.
El tratamiento de aguas residuales necesita sí o sí de la eliminación de contaminantes, tanto en su fase líquida como en su fase sólida, ya que son los causantes de olores fuertes y que son dañinos para la salud.
Adoptar tecnologías específicas para lograr la eliminación de olores y la reducción de compuestos amoniacales es esencial para garantizar un ambiente más saludable y libre de las molestas emisiones con olores.
El tratamiento y control de olores se trata de un conjunto de técnicas que se utilizan para neutralizar o reducir de forma significativa los olores que derivan de procesos industriales, sobre todo en plantas de tratamiento de aguas residuales.
Usar tecnologías como torres de absorción químicas y scrubbers ayuda a minimizar la carga contaminante al capturar y neutralizar los compuestos odorantes antes de liberarlos en la atmósfera.
Los compuestos odorantes se pueden generar por una gran variedad de distintas fuentes, tales como los compuestos orgánicos volátiles y los compuestos polares, los cuales se encuentran tanto en la fase gaseosa como en la fase líquida.
Entre los principales contaminantes que contribuyen a los malos olores tenemos el ácido sulfhídrico, los COVs hidrosolubles, entre otros contaminantes que se derivan de los lodos que se van acumulando durante el tratamiento de las aguas.
Ahora veamos tres principales generadores de olores, que son los más conocidos:
Los compuestos orgánicos volátiles (COVs), entre otros biodegradables, son de los principales responsables de los malos olores. Estos contaminantes apolares y polares, si no se tratan de forma adecuada, generan olores que afectan a la calidad del aire.
Usar tecnologías como la oxidación térmica regenerativa y la adsorción mediante carbón activado son excelentes para lograr capturar estos compuestos.
Estos compuestos, tales como el NOX y el CO, también favorecen a la contaminación odorífera. El tratamiento para estos compuestos requiere el uso de scrubbers y de oxidación catalítica para minimizar su impacto negativo.
Las agencias de regulación de la contaminación del aire han establecido normas de aire ambiental que rigen a las industrias en la reducción de estos gases.
Estos son resultado de las reacciones químicas que hay durante el tratamiento, generando malos olores. Aquí se incluyen dioxinas, elementos químicos como el ácido sulfhídrico y COVs hidrosolubles que deben ser gestionados con tecnologías de captura y neutralización.
Para lograr un correcto control de emisiones de olores y la reducción de olores dañinos al mismo tiempo, hay diferentes tecnologías muy efectivas y con estándares ambientales para lograrlo: biofiltros, biofiltros percoladores, adsorción mediante carbón activado, adsorción mediante scrubbers, oxidación térmica regenerativa y oxidación catalítica.
Veamos las tecnologías que en Bionia podemos ofrecerte:
Estos son sistemas diseñados para minimizar y eliminar los componentes odoríferos y contaminantes que están presentes en las plantas de tratamiento de aguas residuales.
Estas funcionan con microorganismos que degradan los compuestos orgánicos volátiles entre otros contaminantes polares responsables de los desagradables olores.
Son muy eficientes al eliminar olores por su gran capacidad para tratar grandes volúmenes de aire contaminado, con emisiones de olores en un proceso natural y que respeta al planeta.
Son una variedad de los biofiltros, pero están pensados para tratar aguas residuales con mayor carga de contaminantes. Aquí las aguas residuales pasan a través de una capa de material biológico que contiene microorganismos, que son los encargados de degradar los contaminantes.
Estos son efectivos para reducir la fase líquida y la gaseosa, asegurando que no se liberen los malos olores al medio ambiente.
Esta se trata de una de las tecnologías más usadas para eliminar olores y contaminantes en fase gaseosa o líquida. El carbón activado cuenta con una gran superficie porosa que absorbe los compuestos polares y odorantes, atrapándolos en su estructura.
Es una técnica ideal para tratar aguas residuales, ya que elimina los contaminantes más complicados, como los COVs hidrosolubles y el ácido sulfhídrico.
